Los santos son criaturas que esculpieron en su vida la pasión del Señor. Fijaron su corazón en Dios y por Él vivieron. Hombres y mujeres de todos los tiempos, también de nuestros tiempos, con los mismos desafíos, ansiedades y miedos.
Para nosotros los salesianos, Don Bosco es un don del Señor a la Iglesia. Es signo y propuesta para amar y servir a los jóvenes del mundo entero. Recordando la fecunda existencia de Don Bosco, nosotros queremos agradecer y bendecir la infinita bondad de Dios, que ha glorificado en sus santos.
“Hubo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan.”
AMO A DON BOSCO
Por que fue un hombre valiente que luchó contra toda adversidad con la fe de los grandes patriarcas, la diligencia de los profetas bíblicos, y la confianza de quien deposita solamente en Dios la certeza de la victoria.
ADMIRO A DON BOSCO
Porque fue un hombre de bien que supo gastar hasta su último respiro por la causa de los jóvenes. Un santo enviado por Dios, para recordarnos que solo el amor educa y transforma y que en la vida vale solo lo que es fruto de entrega total.
AGRADEZCO A DON BOSCO
Hijo de Francisco, hombre temeroso de Dios, e hijo de Madre Margarita, mujer prudente y santa, campesina analfabeta, capaz de sondear los designios de Dios. Hijo de una tierra generosa y fértil, educado en el trabajo y en la fatiga, pero en ese clima de armonía familiar que propondrá a los huérfanos de su Oratorio.
ME LLAMA DON BOSCO
El sacerdote loco, vigilado por la policía, incomprendido por una amplia parte del clero y abandonado por muchos, pero buscado y amado por sus chicos. El santo que en los pastos de Valdocco, veía delinearse, solemne y hermosa, una Iglesia majestuosa, y luego patios y oficinas, y millares de jóvenes que corrían serenos y contentos.
ME FASCINA DON BOSCO
El santo de los comienzos humildes y de los espacios insuficientes, que llora cuando éstos carecen pero que con abandono y empeño se confía en la Providencia. El santo que comenzó de la nada, porque no poseía nada de riqueza material. Porque toda la época salesiana, surgió de un césped y bajo un mísero y desarreglado techo, bajo e insuficiente. Porque nosotros los salesianos, nacimos en una pocilga, y llenamos al mundo de Oratorios, parroquias, escuelas y talleres, misiones y obras para los chicos de las calles, y estamos convencidos que deberíamos hacer hasta más.
QUIERO SER COMO DON BOSCO
EL hombre apasionado de la Eucaristía, regalo de Dios a los hombres, trigo hecho pan, pan partido para el hambre de los vivientes. El hombre que confiesa por interminables horas y en toda ocasión, en la sacristía como en un césped en un paseo campestre, preocupado antes que nada de la salvación de las almas de sus muchachos. Porque amó con corazón de hijo la obra maestra de Dios, María, y porque con su ayuda, supo presentar la santidad juvenil como un reto posible y fascinante al alcance de todos.
ME GUÍA DON BOSCO
El santo de la alegría y del deber hecho con empeño. El apóstol misionero con los pies firmemente plantados en la tierra y los ojos fijos en Dios. El santo de los patios llenos de gritos, de las oficinas, de los paseos y de las bandas de música. El santo de la capilla silenciosa y recogida, el santo del ojo profundo que sondea las conciencias. El santo del chiste bromista, y de las noches insomnes en la lucha cara a cara con el demonio.
ME IDENTIFICO EN DON BOSCO
Hombre imperfecto, tenaz e impetuoso. Muchacho, hecho hombre humilde, fuerte y robusto. Profeta de los tiempos nuevos, fiel al Papa porque es fiel a la Iglesia. Luchador incansable a la vanguardia de la historia, y a la vez, pobre y sencillo.
VIVO EL IDEAL DE DON BOSCO
Hombre de Dios, el santo de los jóvenes, su educador, maestro y padre. Porque hasta cuando haya jóvenes en la tierra, habrá trabajo para sus hijos con sudor, sangre y esperanza.
ME CONFÍO A DON BOSCO
Porque como suplicó al Padre en los últimos gemidos de la agonía, nos espera a todos en el Paraíso.
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