lunes, 10 de marzo de 2008

SOBRE EL CONCEPTO DE IGLESIA EN SAN PABLO

LA IGLESIA

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Encontramos el término ekklesia aparecer con una cierta frecuencia apreciable en Pablo, así como en los Hechos. En Pablo aparece 62 veces so­bre las 114 de todo  el Nuevo testamento con un porcentaje del 54,38%

La Iglesia para Pablo es, ante todo, el conjunto de los justificados. Tenemos a los justificados que, en un cierto punto se juntan en un contexto típica-mente cristiano, estructurado. El primer ejemplo de Iglesia que encontramos en Pablo, en la Prime­ra Carta a los Tesalonicenses, es un ejemplo es­tructurado: varias personas que se dedican total-mente a los demás.

Este grupo está unido porque siente que parti­cipa de la vitalidad de Cristo como kyrios, "Señor". En la Carta a los Filipenses 2,6-11, hacia el final de este himno cristológico, Pablo habla de Jesús Señor: "El, que era de condición divina, no con­sideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente; (...) Por eso Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: 'Jesucristo es el Señor' ".

El señorío de Jesús, considerando los elemen­tos filológicos, no significa "señor" en el sentido de "patrón". Este sentido va excluido; el sentido de kyrios deriva del contexto, del uso que le da Pa­blo y sobre todo de la  Carta a los Filipenses que hemos citado. Es el cuadro que Pablo toma de los Setenta y de otros contextos y lo elabora en su actividad apostóli­ca. No es que Pablo lo haya copia-do de los Setenta, pero podemos decir que se ha inspirado.

En los Setenta, más de seis mil veces –por lo tanto, casi siempre ­kyrios traduce el nombre de Dios, YHWE, el tetragrama. El nombre propio de Dios, Yahvéh, tiene el valor de "Aquel que es" en sí mis­mo, pero que también da el ser a la creación, sobre todo a su pueblo. En Ex 3,14 cuando por primera vez encontramos la manifes­tación del nombre de Dios, Yo soy el que soy, el con-texto es el de la creación del pueblo, por lo tanto Dios es el que hace que su pueblo sea; su pueblo llega a ser tal bajo la influencia de esta plenitud de ser propia de Dios. Si esta es la función de Dios en el Antiguo Testamento, veremos que Dios la ejerci­tará liberando al pueblo de Egipto, formándolo a los pies del Sinai.

Kyrios es referido a Cristo en cuanto muerto y resucitado, pero sentido y advertido como el vi­viente en la asamblea litúrgica, al cual se le dice: "Tú eres el Señor", y que justamente con esta pre­sencia en la asamblea transmite su vitalidad. En­tonces es Cristo el que hace vivir y ser a la comunidad. Este es el valor de fondo de Cristo como Kyrios. La Iglesia, entonces, es vista por Pa­blo como un conjunto estructura-do que se reúne, que tiene su con­sistencia y punto de referencia en Cristo como Señor y del que recibe vitalidad. Este núcleo se encuentra en los diferentes estadios de la evolución de la Iglesia, como los presenta y ve el mismo Apóstol.

La Iglesia es determinada por la presencia de Cristo creído y sentido. Creído porque es necesario un acto de fe; sentido porque hay una experiencia de Cristo muerto y resucitado en la asamblea tes­timoniada por los himnos.SACRAMENTOS 2

Para comprender los diferentes niveles a través de los cuales el concepto de Iglesia se mueve en el ámbito paulino debemos tener en cuenta el origen de esta experiencia en Pablo, es decir la experien­cia del pueblo de un Dios presente en el templo. En efecto Pablo tiene una predilección por el tem­plo, porque en él se manifiesta y se realiza un contacto muy particular entre Dios que sale de su trascendencia y el hombre, que sale de su profani­dad. Por lo tanto podemos decir que "en el templo Dios se une al pueblo" y también que "en el tem­plo el pueblo se une a Dios".

Pablo mismo tiene una experiencia de Cristo muerto y resucitado, que pone en movimiento al grupo cristiano con un dinamismo de crecimiento continuo. Esto también se puede intuir fácilmente a partir de la conversión de Pablo, narrada tres veces en Hechos. En Hech 26,14, el Señor le dice: "Te lastimas al dar coces contra el aguijón". Pablo es compa­rado con un caballo que no se somete dócilmente a fuerzas que lo empujan afuera del ambiente en el que está viviendo. Un elemento para explicar este estímulo-aguijón puede venir de ese "¿par qué me persigues?". Pablo, en efecto, no persigue personal-mente a Cristo, ni siquiera lo piensa, sino a los cris­tianos; ¿qué encuentra en esta secta tan insignifi­cante al punto de atacarla de esa manera?

En efecto, Pablo pertenecía a un buen nivel de la burguesía, tenía su cultura, su orgullo. ¿Qué veía en este grupo socialmente mucho más bajo que él, socialmente insignificante? Alguien los llama "grupo de mendigos", pero es exagerado, ya que, de hecho, las primeras comunidades ayu­daban a los mendigos, lo que nos dice que no eran tan míseras, aun cuando seguramente entre sus miembros había muchos pobres. Probablemente Pablo, según esta posible interpretación, intuyó en los cristianos la presencia de una fuer­za que anima a este grupo socialmente medio-ba­jo, una capacidad para observar la ley en forma viva, una relación viva con Dios y con los demás, que él, fariseo comprometido, no ha sabido reali­zar. Entonces, dada la sensibilidad aguda que Pablo tiene siempre sobre la dimensión humana de este grupo, ha visto una energía nueva, y es justamente esta energía nueva la que lo empuja a saltar, a ir contra un aguijón, a hacer un camino que él rechaza.

Es precisamente esta energía, la capacidad de amar, de realizar valores religiosos, que Pablo nota en los grupos cristianos lo que lo impacta profundamente, hasta el punto de ser el elemento determinante para su empuje vocación-conver­sión. Por lo tanto, para Pablo las comunidades están siempre llenas de vida, atravesadas por un dinamismo que proviene de Cristo como Señor.

Para Pablo la Iglesia es un grupo dinámico animado por esta fuerza arrasadora.

Esta reflexión sobre la Iglesia, que lo acompaña a lo largo de su actividad misionera, se coloca en tres grados o niveles diferentes:

La Iglesia

  nivel

La Iglesia alrededor de la

Eucaristía

(1 Cor 10,16-17)

Cristo se presenta como Señor que hace vivir a su comunidad

y dinamiza la Iglesia alrededor de la Eucaristía.

2°. nivel:

La Iglesia es como un cuerpo

(1 Cor 12,14)

Cristo, como Señor, infunde su Espíritu en la comunidad eclesial a través de los carismas.

3er. nivel:

La Iglesia es el Cuerpo de Cristo

(Ef 1,23)

La Iglesia es el Cuerpo de Cristo como capacidad concreta de relacionarse. El es la cabeza, de la que depende la vitalidad del cuerpo.

El primer nivel:

La Iglesia alrededor de la Eucaristía

En el primer nivel Cristo se presenta siempre como Señor, que hace vivir a su comunidad, que dinamiza su Iglesia y lo hace alrededor de la Eucaristía. Es característico el texto de 1 Cor 10,16-17, donde al hablar de la Eucaristía, dice: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.”Caliz y Patena

Está la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo. Esta presencia eucarística de Cristo es una presencia que tiene una influencia dinamizadora en todo el grupo que la celebra, hasta el punto de hacerlo sentir particularmente unido si el grupo es receptivo. Siendo muchos, somos un solo cuerpo, porque participamos del pan, que es uno. Es im­portante precisar esto porque tenemos la Eucaris­tía vista como centro de la energía del dinamismo eclesial: Pablo dice que es justamente la Eucaristía lo que nos hace Iglesia. Cristo Señor da vida y forma la Iglesia en la Eucaristía. Por lo tanto, este primer nivel de reflexión podríamos sintetizarlo de esta manera: alrededor del Cuerpo de Cristo se forma el cuerpo eclesial.

El segundo nivel:

La Iglesia es como un cuerpo

El segundo nivel se puede expresar de este modo: la Iglesia funciona como un cuerpo. Cristo, como Señor, infunde en la comunidad eclesial su Espíritu, que es la vitalidad de Cristo resucitado, transmitida por él mismo a su Iglesia. Para com­prender esto pensamos en Jn 20, cuando Jesús, la noche de Pascua se presenta resucitado en el cená­culo, sopla sobre los discípulos y dice: "Reciban el Espíritu Santo" y el soplar significa comunicar la propia vitalidad, la propia respiración.

También en la creación Dios sopla en el barro plasmado para infundirle la vida. La vitalidad de Cristo comunicada a la Iglesia organiza muchas capacidades, los carismas, es el resultado de una benevolencia, la capacidad de gobernar, de hablar en lenguas, etc. Por lo tanto, en este grupo anima-do por el Espíritu surgen las capacidades de dis­tinto tipo para el servicio, todas fruto del Espíritu. Cada carisma tiene su especificidad, pero no exis­te una Iglesia sin carisma y no existe una persona que no sea portadora de un carisma.DSC09274

Reflexionando sobre esta diversidad por una parte y la organicidad y unidad de esta comuni­dad por otra, Pablo llega a su formulación: Como en un cuerpo tenemos varios miembros, y cada parte es sí misma y no otra, sino que todas deben insertarse en el ciclo orgánico del mismo cuerpo, así es la Iglesia; por lo tanto tenemos muchos dones y carismas diferentes, y su diversidad, que puede desconcertar, es, en cambio, una gran ri­queza. Naturalmente, esta diversidad es conver­gente porque está programada por el Espíritu que le da vida y la pone en marcha.

El tercer nivel:

La Iglesia es el Cuerpo de Cristo

En las cartas deuteropaulinas gemelas de Co­losenses y Efesios, está desarrollado el tema de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Pablo no dice "cuer­po místico de Cristo" como decimos nosotros, agregando una glosa explicativa. Pero partamos de la expresión de Pablo "la Iglesia es el cuerpo de Cristo". Pero ¿qué significa soma (= "cuerpo") en tiempos de Pablo? El término es bicultural para Pablo: el ambiente griego y helenista donde se ha­bla el dialecto de la koiné por un lado y el ambiente judío por otro.

El término soma en el ambiente griego y tam­bién en el ambiente helenista representaba el principio más bajo, limitante del hombre, el principio descalificador, el componente material, contrapuesto a la parte más alta que es el alma, el espíritu, el componente espiritual. El cuerpo, entonces, se­gún este dualismo, no es todo el hombre, sino la parte inferior.

En el ambiente judío, en cambio, no se desarro­lló un concepto de cuerpo; en tiempos de Pablo era guf, pero no se usaba demasiado. De hecho, para hablar de cuerpo se usaba el término basar que pro­piamente quiere decir "carne". También Jesús dice en la última cena: "Este es mi cuerpo", usando el término basar, "carne". Lo que en griego es tradu­cido como soma en general indica la capacidad concreta de relacionarse de la persona.1101-L

La palabra soma, para Pablo, representa una unidad, aunque tenga funciones más concretas, de apertura con respecto a Dios, o funciones emoti­vas como la psiché. La persona, entonces, es todo el hombre visto concretamente, en el tiempo y el es­pacio. Por lo tanto, cuando encontramos soma en Pablo sabemos que es un concepto complejo que indica la totalidad del hombre, acentuando esta concreción espacio-temporal, en carne y hueso en relación con las otras personas. Esto significa la capacidad concreta de relacionarse.

Pablo llega a utilizar en 1 Cor 6,20 una expre­sión que en griego habria sido escandalosa: "us­tedes han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos. En efecto, se podía decir "glorifiquen a Dios con sus almas, que es la parte más elevada", pero no con el cuerpo. Por lo tanto "glorifiquen a Dios en su cuerpo, no como la parte inferior, porque de hecho no tendría senti­do, sino con toda su capacidad concreta de rela­cionarse en el tiempo yen el espacio, como perso­nas en contacto con otras personas."

En este punto nos preguntamos en qué sentido la Iglesia es el cuerpo de Cristo, porque, aparente-mente estaríamos frente a un desnivel. En efecto, si el cuerpo normalmente es la capacidad concreta de relacionarse de la persona, entonces debemos de­cir que la Iglesia es la capacidad concreta de relacio­narse de Cristo. Pero esto todavía es muy vago. Te­nemos que hacer algunas precisiones.

Cristo ha resucitado, y tiene la plenitud de la vida que le corresponde como resucitado; como individuo a Cristo no le falta nada. Pero también es necesario decir que hay un Cristo en devenir: Cristo y el Padre han querido unirse al hombre en forma irreversible; el Cristo pleno no es el Cristo individualmente completo, porque ha querido formar este contexto, una red a través de la cual quiere enganchar a todos los hombres comuni­cándoles su misterio pascual, su capacidad de liberación, su muerte y su vitalidad de resurrección, con el resultado final del que hablaremos más adelante.borra-diocesis2

Cristo es, entonces, una "suma": él más perfec­to entre los hombres. Cristo es perfectísimo; habría tenido su plenitud individual de vida, inclu­sive con respecto a los hombres. Pero un Cristo sin los hombres no es pensable porque él ha querido esta relación estrechísima. Cristo está "soldado" a los hombres; lo que está en él pasa a los hombres y lo que es propio de los hombres pasa en Cristo. De esta manera Cristo es el nuevo Adán que completa la línea antropológica.

La Iglesia Cuerpo de Cristo indica el conjunto de los justificados, que tiende a alcanzar también a los no creyentes para formar un conjunto reticu­lado de participación. La concreción relacional se entiende así: los hombres reciben la vitalidad de Cristo y extienden la realidad del mismo Cristo; las valencias de esta virtualidad concentradas en él son explicadas en el tiempo y en el espacio alcanzando a las personas individuales. Entonces se entiende el alcance inmenso de la expresión "La Iglesia es el cuerpo de Cristo" como "capacidad concreta de relacionarse de Cristo"; es decir el Cristo total que permite al Cristo individual expandir-se y totalizarse, llevarse a sí mismo hacia una cier­ta plenitud.

Que estas no sean fantasías exegéticas lo de-muestra un pasaje de Ef 1,22: "tl puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia"; y no se quiere entender con "Cabeza de la Iglesia" el sentido de "leader" como lo ha interpretado algún estudioso, sino cabeza en sentido fisiológico, como se pensaba entonces que toda la vitalidad de la persona dependiera de la "cabeza". El resultado de esta revitalización de Cristo a su cuerpo es la Iglesia, que es su capaddad concreta de relacionarse.

 

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